Por: Reynaldo Calamani Mollo
Sabemos que cada pueblo o civilización tiene sus propias celebraciones o conmemoraciones especiales, la civilización occidental monoteísta celebra cada 1ro. de enero su año nuevo.
En el mundo andino, por la práctica de la invasión colonial y la
prevalencia del sistema de valores occidentales se ha impuesto, fruto de la
dominación colonial, al jaqi/runa (ser humano) de los pueblos y naciones
originarias del Qullasuyu y del Tawantinsuyu del Continente de Abya Yala el
calendario gregoriano como algo universal y único. Sin embargo, en los últimos
años, se ha ido recuperando el verdadero significado histórico de esa
diversidad de prácticas de los pueblos y civilizaciones.
En este proceso
de recuperación de la fiesta ritual de Mara T’aqa de los pueblos y
naciones aymara, qhichwa y otros, del Qullasuyu y del Tawantinsuyu, que se
reinició precisamente en Tiwanaku a finales de los años 70 y a principios de
los 80.
Entre los aymaras fue a fines de los años 70 que un grupo de jóvenes indianistas, entre ellos Germán Choque Condori, decidieron reconstruir el año nuevo Aymara, así en el año de 1980, como 7 hermanos retornaron al lugar sagrado de Tiwanaku, entre ellos fueron: “German Choque Condori “el Q’ara Chukiwanka”, Ramón Calamani, Dionisio Laruta, Eloy Chávez, Felipe Chávez, Jaru Peralta, Blas Condori, Oscar Graf y muchos otros más, viajaban a Tiwanaku para celebrar el primer año nuevo aymara o Mara T’aqa en aymara, Wata Qallay en qhichwa
La celebración
de Machaq Mara o Mara T’aqa , esto para la Cultura Aymara en particular y las
culturas originarias del mundo andino, usaron sabiamente la ciencia y armonía
de la naturaleza como una fuente de sabiduría. Gracias a profundas
observaciones y sabias reflexiones ellos sabían cuándo sembrar y cultivar,
cuando cazar y pescar. El 21 de junio es una fecha cosmológicamente clave de
reordenamiento de la tierra. Astrológicamente es el día del solsticio de
invierno cuando el Sol está más lejos de la tierra. Es el día más corto
del año y la noche más larga. Por lo
tanto, este día marca el acercamiento del Sol al planeta tierra y el inicio de
una nueva época de siembra de productos agrícolas.
MARA
T’AQAYA/WATA QALLAY, es la hora cero del año andino. Este fenómeno se efectúa
al medio día del WILLKASI, que corresponde al día 21 de junio del calendario
gregoriano.
Antiguamente,
fue muy sagrado celebrar la “hora cero” que fue conocido MARA T’AQAYA/WATA
QALLAY; Intisaya en aymara e Intiwatana en qhichwa. Este protegió se generaba
al medio día del WILLKASI (21de junio); en el que recurre su firmamento hasta
el medio día para luego cambiar su rumbo y así iniciar un nuevo curso. Para el
hombre andino el medio día acontece cambiar el año viejo e iniciar el año, al
medio día.
El 21 de junio
es mágico escenario de la renovación de existencia del hombre andino, quien
vivificante abrazo solar de un calor solar, renovado y lleno de energía cósmica
con la llegada de un nuevo “solsticio de invierno”, con el nombre de Mara T’aqa o Machaq Mara y el Año Nuevo Aymara, eventos
que reflejan ritos y tradiciones de antiguas vidas y el arribo de un ciclo
solar en las míticas ruinas de Tiwanaku, Cusco, Isla del Sol, Copacabana y
otros lugares.
En la
actualidad, la celebración del “Año Nuevo andino”(Machaq Mara) año tras año va
tomando mayor fuerza en el mundo andino y amazónico, y junto a el, los
políticos, indigenistas y indianistas son aprovechados como protagonismo
figurativo o son interpretados por la prensa desde diversos enfoques. Lo malo,
es que los periódicos, la radio, la televisión pintan como algo folclórico y
atractivo turístico como si este acontecimiento estuviera en venta o el fin
fuera eso.
Lamentablemente,
poco o nada se aprecia ose difunde sobre el verdadero significado de este
acontecimiento. Aún cuando las celebraciones se efectúan en Puno en el distrito
de Chuchito, en el Caballo Cansado de Collao, en Yunguyo, en Tiwanaku, Isla del
Sol del (Qullasuyu-Bolivia) entre otros lugares, sus organizaciones se han
esforzado a que la población retome conciencia de su verdadero sentido de
reflexión y compromiso con la Pachamama y con el Tata Inti como símbolo de
reverencia y convivencia armónica de la mejor manera posible entre los hombres
y mujeres con la naturaleza.